sábado, 25 de agosto de 2007

Sí, pero no, o quizá...

Si me despojo de todas las capas sociales con que he ido abrigándome desde el momento del nacimiento, quedo reducido a la mínima expresión (máxima, realmente), a la esencia con que llegué de origen. Una vez esto hecho, el diagnóstico es evidente: claro caso de duda existencial con patas.

Podría intentar enterrar a quien soy y pasar por la vida únicamente comprando y vendiendo...


Funciona por un tiempo y llego a pensar que lo he logrado: prueba superada, me liberé del “alma”. Por fin he aterrizado en el mundo de las personas reales. Con sus sentimientos, disputas, impagados y negociaciones.

Pero las preguntas vuelven... siempre vuelven. Me entristece ver que no puedo hacer nada para encontrar soluciones, y comprendo que cualquier camino que evite la duda no es sino una negación del sentido de mi vida. La búsqueda ha de continuar.