domingo, 20 de septiembre de 2009

Cuidado con Dios

Sí, pongo el nombre con mayúscula por miedo, duda y esperanza. ¿Quién le dio vida? Evidentemente no lo sé. Y lo que es peor-mejor, cada vez me importa menos. ¿Quizá las buenas personas, conscientes de que frenar al perverso sólo era posible implantando la duda justiciera celestial en su cabeza?

¿Para ayudar a los pacatos, a los tristes y desheredados, a los suicidas con fundamento; a los que no comprenden?

¿Porque no serían los ruines, los traidores y los crueles, como tabla de salvación para su conciencia? ¿Verdad?

No, estos seguro que no. La culpa nos llega a través de la religión que dice hablar en su nombre. Sin Él, todo es supervivencia y a ella hemos de supeditarnos. Por tanto, todo lo que nos mantenga con vida es correcto.

Puede que fueran los débiles, optando por la obligada cobardía y la bicoca paradisíaca futura.

Lo que está claro es que no parte la idea de personas libres e inteligentes. O quizá me equivoque y así fuera... -Me equivoqué tantas veces que ya no me atrevo a asegurar nada.

Si obviamos toda la putrefacta palabrería y aniquilamos la inacabable jauría que de las tetas de Dios maman, nos encontramos con una idea hermosa y perfecta en su sencillez. Tan bella y simple como intangible. De ella temo que tan sólo quedemos sus artífices, y no somos hermosos, ni perfectos, ni bellos, ni sencillos.

Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre...