jueves, 15 de abril de 2010

En valdanés

Hace algún tiempo he advertido que mientras estoy en la ducha me aconsejo a mí mismo en perfecto "argentino". Al darme cuenta pensé: ¿estará Valdano a mi espalda?

No, no hay espacio suficiente. Tampoco es probable  (ni me molesté en girarme para comprobarlo).

¿Por dónde iba...? Ah, sí... que me aconsejo -en valdanés-, pero, y aquí viene lo interesante: me di cuenta que lo hacía -lo hace Jorge, realmente- dejando de lado las experiencias vitales por las que me han ido paseando los años. Esto es, ¿que mi mente no ha evolucionado, o que la cabra tira al monte?

Mierda de concepto temporal: sigo siendo un adolescente granívoro y despistado sin serlo. ¿Hasta cuándo? Jorge Alberto, ¿cuándo maduraré? ¿Cuándo dejaré de imaginarme con pelo y delgado cuando pienso en mi mismidad?

A fin de cuentas los años van pasando, he terminado por hacerme mayor que mi hermano mayor y estos días estoy contemplando como mi padre adquiere el comportamiento de mi hijo pequeño. Esto es una puta locura. Aunque no deja de tener mérito... supongo.