domingo, 20 de junio de 2010

Perdido

Cuando fui para la cama me sentí incapaz de poner un rato la tele como hago todas las noches. Por la tarde había acabado de ver "Lost", luego estuve buscando por internet comentarios para aclarar algunas ideas y... A lo que iba es que tenía ganas de cerrar los ojos y -por fin- en el silencio de la madrugada pensar en estos años y en lo que me sugería el final.

Como siempre, no pude evitar arrimar el ascua a mi sardina (no hablo de sexo, no) y, aún con la cercanía de  lo visto en LOST, rápidamente sobrevoló mi cabeza cierta compañera idea de la niñez que hasta hace unos días había dejado en el olvido.

Aunque no recuerdo exactamente cuando empecé a barajarla como una posibilidad real, acabo de hacerme consciente de que cuando la rechacé inicié el camino para llegar a convertirme en una persona triste y sin futuro. Y es que no puede tener futuro quien no cree en el presente. Y así he sido siempre. Conmigo no va el "Carpe diem". ¿Cuál era la posibilidad? ¿Qué agotó en mí la esperanza aún antes de empezar?

La  idea era sencilla: ya que no conseguía comprender que hacía entre aquellos personajes simples, vulgares y violentos; me dio por pensar que un día alguien -de mi familia real- vendría a buscarme, me explicaría las causas y razones de mi estancia en aquel lugar, y, después, podría empezar a ser feliz, dejando de lado la existencia purgatorial en la que se deslizaban mis días.

El tiempo fue pasando y todo siguió igual. Tan igual que la costumbre se hizo norma y el vacío, con  su amiga la nada, pasó, permanentemente, a formar parte de mi, llamémosla, personalidad.

Obvio es que nadie me vino a buscar, pero, cuando he recordado aquellas infantiles esperanzas,  no  he podido evitar sonreír. Supongo que lo correcto sería llorar, pero, aunque pueda parecer lo contrario, soy un perenne optimista bien informado.

Tres sabores

Acabo de bajar de helados.org un triple. Lo he descomprimido, pasado con el pendrive al generador de binarios y en diez minutos voy a celebrar el inicio del verano como Dios manda. Ni quemando cosas, ni decapitando pollos, ni na... Un triple con frutos secos.

lunes, 14 de junio de 2010

Desde Van Helsing (1958), hasta Nepo (2010)

¡Ole! ¡Con un par! Sabes que Drácula tiene turno de noche, que llegará sobre las doce y lo único que se te ocurre  decir es que pongan unos ajos por aquí y por allá, una crucecita... y "Volveré por la mañana".

Van Helsing, si no te lo digo reviento: o eres un imprudente, o un dejado, o te importa todo un pimiento. Resultado: una paisana perdida para toda la eternidad.

Y por si no fuera suficiente gloria, luego vas y dejas a una niña pequeña sola en el cementerio, mientras te vas a pegar la hebra con el hermano de la chupasangres (no, no trabaja en banca). Que si mire usted, que si no le metemos el estacazo ya, ésta nos lleva a Drácula, fijo; que si va a ser lo mejor... Y la niña fuera, al raso. Claro, como es hija de la criada.
Total, para nada, porque al final dejas a la no muerta como un pincho moruno. Eso sí, más guapa que un sol, que no hay vampira fea.

Abraham, aunque me produzca rubor, tampoco  puedo dejar de comentar tu actitud cuando el Conde va a pegarte el colmillazo final. ¿Así  se comporta un erudito? ¿Un tipo con chaleco, instrumental, estudios y titulación? ¿Hacerse el desmayado para -a  traición- empujar al contrincante y escapar como una rata? -¡Que digo rata! ¡Un inocente ratón campero y basta!- ¡Maldito cobardón! ¡Que bien que sabes clavar estacas cuando están durmiendo los bichos! ¿Verdad? Ah, claro, así cualquiera. Tú duermes, yo clavo. Tu me atacas, yo me desmayo (Nepo dixit). No, doctor, no.

Y luego, pues lo ya sabido: una carrerita anémica sobre la mesa, los cortinajes arrancados,  el sol... y  lo que polvo fue, a él que vuelve.


Al abrir las ventanas, la brisa del amanecer se lleva todas las cenizas... pero queda el anillaco de oro. Y en él se ceba la cámara,  ¿Intentando hacernos comprender? ¿Qué?

Quizá sea que como dice Manuél "el gitano": "el colorao siempre vale".