jueves, 16 de agosto de 2012

Miedo

Todo empieza el día en que el miedo pasa a formar parte de tu interior como un sentimiento natural más, como si hubiera nacido contigo, como el querer dar un beso o hacer una caricia.

Cuando te lo inyecta la persona que ha de quererte no te planteas la justicia del acto. Así que lo echas a la espalda y empiezas a vivir con él. 


Antes de que puedas darte cuenta, empiezas a tomar decisiones en base a ese miedo. Él te protege de una ira, violencia y odio inexplicables, pero que ahí están. Te haces cuidadoso, ordenado, intentas no hacer ruido, pasar por la vida como si sólo fueras a estar hospedado dos días. Intentas no molestar, no abres el frigorífico para que no te riñan, comes la comida te guste o no... Mientras, tu personalidad va desapareciendo.


Hasta que te enamoras y no puedes hacerlo de una manera normal. Lo haces también asustado, porque necesitas que ella te quiera, te acepte, te toque, te anime; que llene el vacío que dejaba sin sentido tu vida.


Para ella no deja de ser cómodo y, a ratos, hasta bonito. Se acostumbra a que cumplas siempre que puedes con sus necesidades, la necesites, la quieras, la disculpes, la animes, la toques: te llena.


Y así pasan los años, hasta que el miedoso, medio vencido por la vida, se convierte en más una rémora que un divertimento... Llega la hora de visitar nuevos puertos.