lunes, 27 de noviembre de 2006

El futuro ya está aquí

No soy de natural alegre, ni falta que hace. Raramente encuentro fundados motivos para gritar al mundo que soy feliz o que hoy es un gran día. Y está bien, no me quejo. Ese es mi carácter y generalmente no estoy a disgusto con esta desgracia. A fin de cuentas viene conmigo de fábrica, sosteniéndome en los malos momentos y en los peores. Dicen, no faltando del todo a la razón, que el roce hace el cariño.

No pesimista, no alarmista, no continuista ni taxista ni taxidermista. Simplemente, miro e intento deslizarme como si nunca hubiera pasado por aquí.

Si a esto añadimos que estoy poco viajado, tengo escasa relación con más personas que las únicamente necesarias para el sostenimiento de mi desequilibrada economía y que, gracias a esto, casi todos mis recuerdos agradables tienen formato panorámico o son de papel; se puede entender que al contemplar como surgen grandes edificios y se llenan de felices gentes -ávidas de multitudes- que pasean entre fuentes iluminadas por luces de colores y mecidas por musiquillas insustanciales, me asalten de forma inevitable pequeños "déjà vu" en forma de secuencias cinematográficas o párrafos leídos alguna vez y almacenados en algún -Dios sabe dónde- lugar de mi persona.

A lo que iba: en la ciudad provinciana en la que vivo se ha construido el "mayor centro comercial del arco mediterráneo"... Pero yo, cuando cierro los ojos, veo únicamente un decorado perfecto para "La fuga de Logan" o "El último hombre vivo".

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