martes, 4 de diciembre de 2007

Mañana fue ayer


En el 87, la primera vez que subí en el seat 127 de la hermana de Tony, cuando al parar en el semáforo salió a relucir un peine, creí que estaba dentro de una película de los años 50's. Yo soy de pueblo, y aunque de la revista Ruta 66 bebía mensualmente todo lo relacionado con las tribus urbanas, siempre tomo aquello como mi primer contacto real con un "rocker".

Tony era batería (hoy día lo sigue siendo, además de cantar y tocar la guitarra) y, junto con "El Conde" (bajista), estaba buscando guitarrista para sustituir al que acababa de dejar el grupo.

Cuando escuché en la grabación a aquel tipo tocando la guitarra, me di cuenta rápidamente de que no estaba preparado todavía para ser su sustituto. No obstante, me dieron cancha y yo los llevé al local que tenía cedido por el Ayuntamiento. Poco después empecé la mili y a la vuelta de uno de mis permisos encontré con que el local de ensayo había sido desalojado, y yo -consiguientemente- abandonado por mi primer germen de grupo: "Los Teenagers". No somos nadie.

Posteriormente, los años y las circunstancias me llevaron de nuevo a reunirme con Tony en lo que sería el inicio de la banda en la que estuvimos algo así como cinco años. Un centenar de conciertos, muchas ilusiones, poca habilidad técnica (por mi parte), algunas decepciones... y todo acaba como todo empieza.

Catorce años después tengo ganas de que llegue el próximo miércoles por la noche. Por una horas recuperaré el ambiente en que estuve inmerso entre los dieciséis y los veintiséis años. Desde fuera puede parecer trasnochado, anacrónico, estrafalario, infantil... y es tan difícil de rebatir dicha opinión, entre los que no sientan esa profunda nostalgia por una época que no es la suya, que no me molestaré en hacerlo.

Estará bien. Bastante bien

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