lunes, 14 de junio de 2010

Desde Van Helsing (1958), hasta Nepo (2010)

¡Ole! ¡Con un par! Sabes que Drácula tiene turno de noche, que llegará sobre las doce y lo único que se te ocurre  decir es que pongan unos ajos por aquí y por allá, una crucecita... y "Volveré por la mañana".

Van Helsing, si no te lo digo reviento: o eres un imprudente, o un dejado, o te importa todo un pimiento. Resultado: una paisana perdida para toda la eternidad.

Y por si no fuera suficiente gloria, luego vas y dejas a una niña pequeña sola en el cementerio, mientras te vas a pegar la hebra con el hermano de la chupasangres (no, no trabaja en banca). Que si mire usted, que si no le metemos el estacazo ya, ésta nos lleva a Drácula, fijo; que si va a ser lo mejor... Y la niña fuera, al raso. Claro, como es hija de la criada.
Total, para nada, porque al final dejas a la no muerta como un pincho moruno. Eso sí, más guapa que un sol, que no hay vampira fea.

Abraham, aunque me produzca rubor, tampoco  puedo dejar de comentar tu actitud cuando el Conde va a pegarte el colmillazo final. ¿Así  se comporta un erudito? ¿Un tipo con chaleco, instrumental, estudios y titulación? ¿Hacerse el desmayado para -a  traición- empujar al contrincante y escapar como una rata? -¡Que digo rata! ¡Un inocente ratón campero y basta!- ¡Maldito cobardón! ¡Que bien que sabes clavar estacas cuando están durmiendo los bichos! ¿Verdad? Ah, claro, así cualquiera. Tú duermes, yo clavo. Tu me atacas, yo me desmayo (Nepo dixit). No, doctor, no.

Y luego, pues lo ya sabido: una carrerita anémica sobre la mesa, los cortinajes arrancados,  el sol... y  lo que polvo fue, a él que vuelve.


Al abrir las ventanas, la brisa del amanecer se lleva todas las cenizas... pero queda el anillaco de oro. Y en él se ceba la cámara,  ¿Intentando hacernos comprender? ¿Qué?

Quizá sea que como dice Manuél "el gitano": "el colorao siempre vale".

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