lunes, 9 de marzo de 2009

Los Fisher

Ayer me dieron las cuatro de la madrugada viendo morir uno tras otro a todos los Fisher y a su círculo de amigos. Fue triste. Muy triste.

Durante estos dos meses que hemos compartido, me recordaron cosas que había olvidado y me mostraron otras que desconocía, o que hasta ahora no habían despertado mi atención. Aún sigo alicaído, pero es esa tristeza "comprensiva" que me envuelve cuando veo, con la mente limpia y los ojos transparentes, el camino que seguí y todas las decisiones que lo posibilitaron.

Hoy es uno de esos días en que no me puede atormentar la falta de inteligencia, las nulas capacidades, los lamentos o las renuncias.

Estoy sentado, frente al ordenador, respirando con dulzura cada leve voluta de incienso que me llega, y recordando que esta mañana, desde la ventana del trabajo, he visto salir al recreo a los niños con discapacidades físicas.

Es imposible que haya una razón para todo. ¿Qué pútrida justificación puede dar sentido a que un niño tenga que arrastrarse, o a que un hombre bueno sufra?

Si no hay explicaciones es que todo es casual y si todo es casual... Se acabaron las preguntas.

martes, 3 de marzo de 2009

La vida alrededor

Ya no miro alrededor. Me cansé de ver zafiedad y escombro. Me marean la basura y las miradas, los gestos y las palabras.

Tampoco miro hacia adentro. Me asustan mis gritos y los pobres deseos que alientan los días.

Tráfico, pantallas, consignas, café de sueño...