viernes, 29 de diciembre de 2006

Scrooge

"El egoísmo bien entendido empieza por uno mismo"


martes, 26 de diciembre de 2006

La sonrisa de la calle

Los que tocan un instrumento parecen llevarla instalada por principio fundacional y en la mayoría de las ocasiones -si son jóvenes-, al ejecutarla, sugieren libertario orgullo y un aprovechamiento del tiempo sin más impedimentos que los causados por la cantidad de dinero disponible. Saben que esta situación es sólo una etapa que algún día recordarán como feliz tiempo pasado; lo que les permite reír y disfrutar cada día de accidental suciedad, cada calada compartida, cada moneda llegada, cada canción y cada trago... cada banco de madera.

Los que ofrecen el platillo, se apoyan en una muleta, cargan con demasiados años o exhiben malformaciones evidentes; sólo consiguen construir la triste mueca del que no recuerda cómo ha llegado hasta aquí.

jueves, 21 de diciembre de 2006

El bazar de las sorpresas

En esta época del año siempre recuerdo a Matuschek y Compañía. De hecho, hasta hace poco acostumbraba a reservar una solitaria tarde navideña para poder acercarme hasta Budapest a comprar los regalos propios de las fechas (hay quien elige "El Corte Inglés", pero yo siempre gusté de gastar en blanco y negro).

Con el tiempo, esa tarde acabó convertida en un momento especial, en un dulce punto de inflexión, en un antes y un después; porque ocurriera lo que ocurriera durante los días anteriores -o durante la misma mañana- sabía que después de comer leería un poco, meditaría -sesteando al arrimo de la manta- y esperaría paciente a que el sol empezase a caer. Llegado el momento, me incorporaría, abriría el armario, daría un rápido vistazo por los estantes... un saludo a los amigos, un beso a los olvidados, una sonrisa a los eternos, una mueca a los duros... Y entre todos ellos, allí estaría Jimmy Stewart.


¿Qué tal, cómo estás?...

Nostálgico -triste y feliz-, acabaría por obligarme a cerrar la puerta de lo que siempre consideré mi mundo real, para dirigirme a poner en marcha el vídeo. De camino, pararía junto a la ventana y a la luz del atardecer volvería -nuevamente- a repasar la carátula para ir recordando el año de filmación, los nombres de los personajes y actores, el director... De ahí, a un obligado recuerdo a Minnelli en "Dos semanas en otra ciudad", sólo habría un paso y... ¡Basta! ¡Rápido! ¡Antes que se esconda el sol!

Cada copo de nieve, un brochazo a la violencia. Cada carta, una esperanza en lo imposible. Cada decorado, una lágrima. Cada tabaquera... Ochichornia.

viernes, 15 de diciembre de 2006

El tiempo en mis manos

Todo menos el ahora. Muerte al presente, lo necio, repetitivo y cobarde. Que vuelva el pasado que por vivido y no soñado es real, que me trae dolor y risa, desterra la falsa esperanza, es el armazón de mi vida y quien me trajo donde no quise. Que vuelva, por Dios, que vuelva. Que se vayan estas lágrimas que no puedo dejar salir... que me oprimen, estrangulan y desgarran cada día, todos los días. O que llegue pronto el mañana para que este pasado que ahora no vivo sea el futuro y pueda recordar con alegría cuando era infeliz. Que pase algo... Quiero ser el dueño del tiempo.


miércoles, 13 de diciembre de 2006

Happy day, oh, happy day...

En un semáforo, una pausa, un pensamiento o una palabra... Sin quererlo ni poderlo remediar: estoy harto, cansado de estar y no ser, de arrastrarme y no dormir, de enfrentarme a un vivir que se me hace más y más insufrible a cada momento que pasa.

Pena negra...

lunes, 4 de diciembre de 2006

With the little help from my friends

Es difícil encontrar amigos. No conocidos o gente simpática con la que intercambiar chascarrillos -cosa  ésta relativamente fácil-, sino amigos de verdad, de los que te dejan, y a los que dejas, una herencia emotiva el día que desapareces física o presencialmente.

A Domingo lo conocí en "párvulos" hace más de treinta años y las circunstancias familiares y laborales nos han ido alejando físicamente desde hace, al menos, una década; pero cuando nos vemos parece que el tiempo no hubiera pasado y que estuviéramos todavía corriendo por los montes, aprendiendo a fumar, jugando al Risk o comprando alcohol para las fiestas del instituto.
Los dos ofrecemos lo mismo que recibimos. Nuestra relación es casi nula, pero perfecta en su minimalismo.

Otra cosa son el resto de las relaciones trabajadas desde que "me hice mayor". Ahí siempre he encontrado asimetrías que me han impelido -en algunos casos, tras años de infructuosos intentos- a una batida en retirada ante la imposibilidad de establecer la bidireccionalidad mínima y los puentes necesarios que constituyeran lo que yo defino como amistad.

Supongo que el problema es que cuesta encontrar gente cuyo discurso resulte interesante y que cuando aparece alguien que nos abre nuevas perspectivas y una posible huída del tedio existencial, es natural volcarse de una manera un tanto irracional, esperando mucho más de lo que el otro puede o está interesado en dar. Resultado: sorpresa, decepción, comprensión...

"Crecer sucede en un latido. Un día estás en pañales, al siguiente ya no estás aquí... pero los recuerdos de la niñez permanecen contigo todo el camino. Recuerdo un lugar, un pueblo, una casa como muchas casas, un patio como muchos patios, una calle como muchas otras calles; y la cosa es que, después de todos estos años, sigo mirando hacia atrás, maravillado" (de la serie de televisón "Aquellos maravillosos años").