Los que tocan un instrumento parecen llevarla instalada por principio fundacional y en la mayoría de las ocasiones -si son jóvenes-, al ejecutarla, sugieren libertario orgullo y un aprovechamiento del tiempo sin más impedimentos que los causados por la cantidad de dinero disponible. Saben que esta situación es sólo una etapa que algún día recordarán como feliz tiempo pasado; lo que les permite reír y disfrutar cada día de accidental suciedad, cada calada compartida, cada moneda llegada, cada canción y cada trago... cada banco de madera.
Los que ofrecen el platillo, se apoyan en una muleta, cargan con demasiados años o exhiben malformaciones evidentes; sólo consiguen construir la triste mueca del que no recuerda cómo ha llegado hasta aquí.
Los que ofrecen el platillo, se apoyan en una muleta, cargan con demasiados años o exhiben malformaciones evidentes; sólo consiguen construir la triste mueca del que no recuerda cómo ha llegado hasta aquí.
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