Si me despojo de todas las capas sociales con que he ido abrigándome desde el momento del nacimiento, quedo reducido a la mínima expresión (máxima, realmente), a la esencia con que llegué de origen. Una vez esto hecho, el diagnóstico es evidente: claro caso de duda existencial con patas.
Podría intentar enterrar a quien soy y pasar por la vida únicamente comprando y vendiendo...
Podría intentar enterrar a quien soy y pasar por la vida únicamente comprando y vendiendo...
Funciona por un tiempo y llego a pensar que lo he logrado: prueba superada, me liberé del “alma”. Por fin he aterrizado en el mundo de las personas reales. Con sus sentimientos, disputas, impagados y negociaciones.
Pero las preguntas vuelven... siempre vuelven. Me entristece ver que no puedo hacer nada para encontrar soluciones, y comprendo que cualquier camino que evite la duda no es sino una negación del sentido de mi vida. La búsqueda ha de continuar.
Pero las preguntas vuelven... siempre vuelven. Me entristece ver que no puedo hacer nada para encontrar soluciones, y comprendo que cualquier camino que evite la duda no es sino una negación del sentido de mi vida. La búsqueda ha de continuar.
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