sábado, 24 de julio de 2010

Funcionarios y políticos

No, los funcionarios no son seres caminando lentamente en direcciones opuestas. Ni obligatoriamente deben ser maleducados, despectivos, grises y vagos. Niego la mayor. Por el contrario, son el nexo de unión, la cadena de transmisión entre los diferentes fungibles componentes de los diversos gobiernos que nos pastorean. Realmente son los que saben "cómo funcionan las cosas" y, a ratos, hasta que los políticos recién llegados toman conocimiento de los mecanismos necesarios para el funcionamiento de las Instituciones, se encargan de que no se venga a bajo el delicado castillo de cartas que articula nuestra necesariamente burocratizada sociedad.

Los hay más o menos particulares; desde los filósofos irredentos para los que con ellos no va la lucha, a los implicados y conscientes del importante papel que cumplen.

El "buscaminas" era uno de los del primer tipo: jamás le vi trabajar. ¡Nunca! Eran otros tiempos y Windows 98 permitía pocos divertimentos fuera del solitario y del mentado "Buscaminas", pero dudo que alguien haya sacado más partido a tan rudimentario videojuego como nuestro amigo. Un hombre neutro, amante de la buena música y poco problemático. Pero bueno, uno no hace ciento...

Otra cosa son los políticos de baja estofa  y su influencia sobre los funcionarios como directa -tomado por sinónimo de nefasta- consecuencia de la libre designación que hacen de los -bonito eufemismo- "cargos de confianza". Ahí está el verdadero problema, el origen de la  podredumbre.

Mientras se enteran de qué va la película, el funcionario va añadiendo grasa al sistema, sin poder tomar decisiones, pero evitando que se gripe la maquinara. Y es que nadie nace enseñado a trabajar por el bien común, medrar y enriquecerse, todo al mismo tiempo. Hay que llegar,  asentarse, tocar botones, colocar a los amigos y a los amigos del partido, ver qué pasa cuando se pulsa aquí o allá,  informarse sobre las fuerzas contrarias... En fin, mucho lío, Mari...

Y luego, una mañana de resaca a la Visa Oro... La canallesca... una rueda de prensa, metes la pata y donde debes decir cinco, dices te la hinco... y... ¡Se armó el Cristo! Todo el mundo a correr porque un puto metepatas no quiere reconocer que se trastabilló con la lengua de trapo de los "sudaos"de la noche anterior. Y sale adelante, sin dejar prisioneros, hipotecando planes futuros mientras los asesores pelotos se mesan los nervios y sudan con disimulo.

- "Mengano, que eso no es así"

- Ya, ya, pero el hijoputa ese me ha preguntao con mala leche y no me he dado cuenta. ¿Tú crees que estoy yo para ruedas de prensa con la tajá de anoche...?

- ¿Y ahora que hacemos? ¿Voy preparando una rectificación?

- No, no que voy a quedar fatal. Ya sacaremos las perras de algún sitio. Total...

Y así con todo, sin respetar plazos, sin consultar, improvisando, sacando buche cual palomos en celo, escupiendo palabras vacías y podridas, mintiendo como bellacos... todo por la tiranía de no perder la poltrona. ¡Salga el sol por Antequera y el que no quiera quedarse atrás que corra!

En primero de político debiera ser de visionado obligado "El Retrato de Dorian Grey". La de 1945, por favor.


Dejad que el dinero vaya acercándose a mí...

3 comentarios:

Borde dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Borde dijo...

Cuando uno suprime sus propios comentarios firmados con un nick por miedo, es que algo no va bien. O al menos eso pienso yo. Aquí va algo que dijo Weber sobre los funcionarios y políticos:

"Si ha de ser fiel a su verdadera vocación (y esto es decisivo para juzgar a nuestro anterior régimen), el auténtico funcionario no debe hacer política, sino limitarse a administrar, sobre todo imparcialmente. Esta afirmación es también válida, oficialmente al menos, para el funcionario político mientras no esté en juego la razón de Estado, es decir, los intereses vitales del orden predominante. El funcionariado ha de desempeñar su cargo sine ira et studio, sin ira y sin prevención. Lo que le está vedado es, pues, precisamente aquello que siempre y necesariamente tienen que hacer los políticos, tanto los jefes como sus seguidores. Parcialidad, lucha y pasión (ira et studio) constituyen el elemento político y sobre todo del caudillo político. Toda la actividad de éste está colocada bajo un principio de responsabilidad distinto y aun opuesto al que orienta la actividad del funcionario. El funcionario se honra con su capacidad de ejecutar precisa y concienzudamente, como si respondiera a sus propias convicciones, una orden de la autoridad superior que a él le parece falsa, pero en la cual, pese a sus observaciones, insiste la autoridad, sobre la que el funcionario descarga, naturalmente, toda la responsabilidad. Sin esta negación de sí mismo y esta disciplina ética, en el más alto sentido de la palabra, se hundiría toda la maquinaria de la Administración. El honor del caudillo político, es decir, del estadista dirigente, está, por el contrario, en asumir personalmente la responsabilidad de todo lo que hace, responsabilidad que no puede rechazar o arrojar a otro".

Tres cuestiones: 1) Weber hacía esta afirmación partiendo del presupuesto de que la dominación del Estado está legitimada en la legalidad, en la creencia en la validez de preceptos legales y en la competencia objetiva fundada sobre normas racionalmente creadas, es decir, en la orientación hacia la obediencia a las obligaciones legalmente establecidas. 2) Parece que en estos tiempos, el estadista dirigente no siempre está dispuesto a asumir personalmente la responsabilidad de todo lo que hace u ordena hacer a otros. 3) El líder recurre al aparato administrativo para afirmar su irresponsabilidad. Y aquí cito al Consell Judídic Consultiu de la Generalitat [Valenciana] sobre un tema de moda, Camps y Gürtel: Camps "no tiene intervención ninguna en materia de contratación pública, pues no ostenta, ni por sí mismo, ni por medio de su gabinete, ninguna facultad ni competencia en la celebración de contratos públicos, ni en la tramitación de expedientes, ni interviene en la determinación del adjudicatario".

No sé qué pensaría Weber del honor del Molt Honorable. Sin entrar en la averiguación de quien pagó las facturas, eso da igual: el honor está en asumir la dirección de una Administración.

Otra buena de Weber: dice en su conferencia "La política como profesión" que a la pregunta de por qué se dejan gobernar por políticos a los que decían despreciar, los obreros americanos respondieron hace quince años diciendo: “Preferimos tener como funcionarios a gentes a las que escupimos, que crear una casta de funcionarios que escupa sobre nosotros.

Lo publicó en 1919, así que la respuesta es de 1904. Muy sincera y pienso que podría ser vigente. Me pregunto si tal respuesta sería la misma que podrían dar los políticos profesionales de hoy.

Diletante dijo...

El miedo, cuando se mezcla con la supervivencia se convierte en sinónimo de prudencia. A fin de cuentas lo que cuenta es vivir, y para ello nos hace falta dinero, siendo, pues, inteligente y prudente, no hacer nada que corte su normal suministro.
Gracias por participar.