miércoles, 18 de octubre de 2006

Cesante

Reza un aforismo ácrata: "político bueno, político muerto", y sólo hace falta mirar alrededor para no escandalizarnos por tan explícita salvajada. Jamás se inventó profesión más loable y que con mayor orgullo pudiera desarrollarse; y nunca -como ahora- me resultó tan denigrante la indiferencia mostrada para con el servicio público por parte de algunos de los tiparracos designados para tales funciones.

Altaneros, despectivos, fríos y distantes "Neroncitos" de medio pelo campan a sus anchas por las jefaturas de las distintas covachuelas de la política regional. Hacen y deshacen sin saber qué hacen, pero sabiendo el por qué lo hacen. Su único fin: proyección personal. No importa quién quede en el camino, no ponen caras ni nombres a los escalafones inferiores e ignoran el esfuerzo del -currito- que sí está para servir y no para medrar; del que pone ilusión, imaginación y fe en su trabajo porque sabe que de él saldrán beneficiados los contribuyentes. Paganinis que, no olvidemos, somos los que ponemos la pasta para que a fin de mes llegue el generoso sueldo de estos pelotos endiosados, de estos trepas nausebundos que sólo miran por el propio status y el acúmulo del mayor poder posible para... ¿Para qué? ¡Jodidos mierdolaris de vía estrecha! Si tuvierais ideas y ganas de trabajar no os hubierais dedicado a la política, ¡CAGARRUTAS!

Lo más penoso es que -por falta de información e interés en buscarla- el ciudadano pueda llegar a pensar que los dos son lo mismo y que "El Neroncito" y "el currito" son -ambos- "la administración": ese ente deforme y "anominal" que sólo hace por complicar nuestra existencia y chulearnos de forma más o menos sutil.

¡¡¡¡PUES NO, JODER, NO SON LO MISMO!!!

Adiós, Juan... Un beso y mi admiración a perpetuidad.

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