¿Y si todo fuera un sueño?
Hace años, un gnóstico me dijo que la forma de asumir el control en los sueños, parte, en primer lugar, de la toma de conciencia de la situación en que se está inmerso. Esto es: saber que estás dormido.
¿Para qué querer saber, cuando estás dormido, que estás durmiendo?
Bueno, a nadie escapa que en los sueños se pueden hacer cosas que estando despierto sólo nos atrevemos a imaginar. Quizá ahí esté la respuesta.
La forma de hacerlo era sencilla -y risible. Me explicaré: a veces "vivimos" sueños en los que estamos haciendo algo concreto, en un sitio habitual, con una persona conocida; y todo está bien, pero lo sentimos "raro". Es nuestro amigo pero no su cara, es nuestro bar pero la decoración es distinta...
Bueno, ya hemos dado el primer paso (hemos captado que algo inhabitual está ocurriendo). Ahora sólo queda confirmar la impresión.
¿Cómo tomar el mando? En los sueños se puede volar, ¿no?... Pues sólo hay que atreverse a hacerlo: ¡salta!
Una vez esto hecho, lo habitual es encontrarse flotando en el aire, y de ahí a ser plenamente consciente de estar en un mundo distinto, con infinitas y poco corrientes posibilidades, queda poco camino.
En su día disfruté moderadamente de lo que ofrecía el viajar de tan especial manera y por tan singulares latitudes, pero ahora lo guardo como último recurso. Me da miedo intentarlo y sólo conseguir, al saltar, escuchar el ruido de mis zapatos al golpear contra el suelo.
¿Quizá esté soñando que no me atrevo a tomar el control de mis sueños?
Hace años, un gnóstico me dijo que la forma de asumir el control en los sueños, parte, en primer lugar, de la toma de conciencia de la situación en que se está inmerso. Esto es: saber que estás dormido.
¿Para qué querer saber, cuando estás dormido, que estás durmiendo?
Bueno, a nadie escapa que en los sueños se pueden hacer cosas que estando despierto sólo nos atrevemos a imaginar. Quizá ahí esté la respuesta.
La forma de hacerlo era sencilla -y risible. Me explicaré: a veces "vivimos" sueños en los que estamos haciendo algo concreto, en un sitio habitual, con una persona conocida; y todo está bien, pero lo sentimos "raro". Es nuestro amigo pero no su cara, es nuestro bar pero la decoración es distinta...
Bueno, ya hemos dado el primer paso (hemos captado que algo inhabitual está ocurriendo). Ahora sólo queda confirmar la impresión.
¿Cómo tomar el mando? En los sueños se puede volar, ¿no?... Pues sólo hay que atreverse a hacerlo: ¡salta!
Una vez esto hecho, lo habitual es encontrarse flotando en el aire, y de ahí a ser plenamente consciente de estar en un mundo distinto, con infinitas y poco corrientes posibilidades, queda poco camino.
En su día disfruté moderadamente de lo que ofrecía el viajar de tan especial manera y por tan singulares latitudes, pero ahora lo guardo como último recurso. Me da miedo intentarlo y sólo conseguir, al saltar, escuchar el ruido de mis zapatos al golpear contra el suelo.
¿Quizá esté soñando que no me atrevo a tomar el control de mis sueños?
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