Estaba en la cama sobrellevando las primeras luces de la mañana, medio pensando en lo que sería de mí en el nuevo día, cuando se presentó sin avisar. Al rato, y sin saber cómo, vinimos a convenir que el tiempo no es sino una burda construcción mental utilizada para dotar de cadencia a vidas en las que sin el sentido de la pérdida permanentemente presente no quedaría nada salvo el vacío, la nada existencial y el miedo desesperado a lo desconocido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario