He tratado con varios "Jotas", aunque creo que sólo hay uno del que recuerde su nombre real. Se llama Joaquín y tiene apellido de ciudad románica. No le habré visto más de una vez al año desde que nos conocimos (hará más de quince), pero forma parte de mi vida de una forma casi inexplicable. Nunca nos hemos dado un consejo o un abrazo, jamás hemos salido de cena o a triscar por el monte; no hemos visto el mar juntos, e ignoramos de la respectiva vida del otro casi todo, por no decir "todo de todo".
Joaquín es mi amigo imaginario, pero no hablamos por teléfono. Tiene una bonita, reposada y radifónica voz, tengo su número, pero... nunca lo he llamado. ¿Para qué? Seguro que sólo hablaríamos de vulgaridades, la conversación sería violenta -por fuera de lugar-, improductiva y decepcionante. Prefiero mirar sus fotos y dejar correr la imaginación.
La realidad lo suele estropear todo. Además, creo tener acceso libre a la parte de él que más me interesa (tengo suerte, ya que es un tipo sensible al que no le averguenza demasiado compartir ese don con todo el desconocido que quiera acercarse a mirar su blog).
Sin él saberlo, con cada fotografía que cuelga en la red nos conocemos un poco mejor y se incrementan mis ganas de borrar su número de la agenda telefónica.
En un día lluvioso -raro en esta tierra desértica en la que ambos vivimos- con fondo de música celta: Jota, se despide uno que te quiere, man.
Joaquín es mi amigo imaginario, pero no hablamos por teléfono. Tiene una bonita, reposada y radifónica voz, tengo su número, pero... nunca lo he llamado. ¿Para qué? Seguro que sólo hablaríamos de vulgaridades, la conversación sería violenta -por fuera de lugar-, improductiva y decepcionante. Prefiero mirar sus fotos y dejar correr la imaginación.
La realidad lo suele estropear todo. Además, creo tener acceso libre a la parte de él que más me interesa (tengo suerte, ya que es un tipo sensible al que no le averguenza demasiado compartir ese don con todo el desconocido que quiera acercarse a mirar su blog).
Sin él saberlo, con cada fotografía que cuelga en la red nos conocemos un poco mejor y se incrementan mis ganas de borrar su número de la agenda telefónica.
En un día lluvioso -raro en esta tierra desértica en la que ambos vivimos- con fondo de música celta: Jota, se despide uno que te quiere, man.
1 comentario:
Coincido contigo, aunque yo sólo lo conozco desde hace (creo) que un año.
Una de esas buenas personas que salvan el mundo de ser quemado.
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